Soy novata en este mundo de los blogs...pero intentaré hacerlo lo mejor posible. Mis aficiones: viajar, leer, escribir, el teatro, pasear por la montaña, el patinaje sobre hielo la F1, la GP2, World Series by Renault...en fin...el mundillo de los "coches".



Fan de Fernando Alonso, de Romain Grosjean, de Dani Clos, Daniel Juncadella, de Mark Webber, de Toni Elías... Poco a poco me conoceréis más .... Pero no sólo me interesan los coches..



Reconozco que el blog lo he tenido muy abandonado...pero es que me lio, me lio con otras cosas y cuando quiero darme cuenta...ufff las 12 de la noche....



Petonets,



Susie

jueves, 25 de agosto de 2011

Cinco días por el sur de Francia.


Todo empezó el sábado 13 de agosto por la mañana. Carmen hizo de taxista, recogiendo primero a Sonia en Terrassa, luego a mí en Sabadell y luego a Yolanda en Les Franqueses. A eso de las 11 nos lanzamos a nuestra aventura francesa. Cogimos la AP-7 dirección Francia. Encontramos retenciones en buena parte del camino, pero no en las zonas que esperábamos. Carmen apenas pudo aprovechar el límite de velocidad francés de los 130 km/h, ya que, cada dos por tres, nos encontrábamos con coches literalmente parados.
Conseguimos llegar a Perpignan y a su estación de tren. Como las obras abundaban por la zona, llegar a nuestro destino implicó dar dos o tres vueltas por la zona. Carmen aparcó al lado de la estación. Sonia se quedó con ella mientras Yolanda me acompañaba a buscar la agencia de alquiler de coches. Tuvimos ciertos problemas para localizarla, no lográbamos entender las señales. Al final, recogimos el coche, un Renault Clio gris metalizado. Aparcamos en un lugar medio decente y nos dirigimos a un bar a comer unos bocatas. A esas horas las cocinas francesas ya estaban cerradas y teníamos pocas opciones.
Después de nuestro apetitoso bocadillo, nos lanzamos a una nueva aventura: localizar el “Hotel de France”. A pesar de lo que pensábamos, lo encontramos muy rápidamente e incluso aparcamos con relativa facilidad. Nuestro hotel se encontraba en el mismo “centro de la ciudad”. Por suerte, la zona azul el domingo, festivos y sábado por la tarde no funcionaba y pudimos dejar nuestros coches. Además, a partir de las 6 de la tarde tampoco “se pagaba”, así que no tuvimos que soltar ni un duro durante nuestra estancia en la ciudad.
Nuestras habitaciones
La primera sorpresa nos la llevamos cuando vimos nuestras habitaciones. Ya sabíamos que eran camas de matrimonio (ya no quedaban plazas para las habitaciones dobles con camas individuales), pero no nos imaginábamos cómo serían los cuartos de baño.
Desde la puerta del ascensor oíamos la risa de Sonia. Sólo tuvimos que seguirla para llegar a nuestra habitación. Su cuarto de baño estaba justo al lado de la cama. No tenía puertas, sólo una cortina. En su interior, tras un pequeña puerta estaba el WC… todo muy íntimo. En cambio, nuestra habitación tenía otra “forma”. Al ser cantonero, tenía tres ventanas (dos de ellas pequeños balcones). Nuestro cuarto de baño tampoco tenía puerta. No tenía “cortina”, sólo una abertura en la pared. Eso sí, el cuarto de baño era muy grande con una bañera un tanto alta y, al fondo, una puerta con nuestro WC.
A partir del lunes, pasamos de tener dos habitaciones dobles a tener una triple. El cuarto de baño nos dio otra sorpresa: en este caso la cortina separaba los lavabos y la bañera del resto de la habitación. El WC estaba solo, tras una puerta justo al lado de la entrada.


Comidas
Al final, desayunamos en el hotel: zumo de naranja y de pomelo, café “Nespreso”, pan, croissants, aceite de oliva (cada mañana Yolanda lo pedía), galletas, jamón dulce, Nutella, pastas…un festín matutino.
El resto de las comidas las hacíamos en los restaurantes de las ciudades y pueblos que visitábamos: Sipia, pollo, ternera, dorada, sopa de pescado, embutidos, ensaladas….todo riquísimo…y ¿los postres? ¡Qué decir! Deliciosos: pasteles, crema catalana, crêpes, helados, etc.
Visitas
El sábado después de instalarnos en el hotel, nos dirigimos a Collioure. Un pueblecito costero precioso: con su château, su iglesia, su puerto,…todo precioso. Su playa es rocosa, no de las que a mí me gustan, pero el azul del mar era muy intenso.
El domingo hicimos el recorrido más largo. Llegamos a las cuevas prehistóricas de Niaux. Por culpa del tráfico, llegamos un poquitín tarde y la reserva de la visita guiada en francés de las 11:30 la tuvimos que cambiar por la siguiente en inglés a las 12:15. Las cuevas son muy bonitas, con muchas pinturas rupestres…mereció la pena recorrer tantos kilómetros. Después de comer, se puso a llover y las visitas a los châteaux que teníamos previstas, se anularon. Nos habíamos dejado los paraguas en el hotel y no pudimos apenas salir del coche.
El lunes nos fuimos a Villefranche de Conflent. En teoría también nos debíamos subir al trenecito amarillo, pero al final no lo hicimos: horarios, falta de tiempo…jejejeje otra vez será. Visitamos la ciudad, Fort Liberia, las cuevas “Canaletes”, todo muy bonito. No nos olvidaremos nunca de la subida a Fort Liberia, con un sol de justicia, y la bajada, por ese millar de escalones….Durante varios días estuve con un dolor increíble en los gemelos. Incluso descubrí que ¡tenía talón de Aquiles! Carmen nos abandonó ese día. Regresó a casa.
El martes estuvimos visitando el castillo de los Reyes de Mallorca en Perpignan, Céret, Elna, Argeles sur mer, etc. En la maternidad de Elna pasamos muchísimo calor. Creí que nos iba a dar un síncope. ¡Qué bien nos fueron esos minutos en el merendero bajo la sombra de los olivos!
El miércoles visitamos un poco Perpignan. Estuvimos en dos de sus iglesias y en el Castillet, que estaba justo al lado de nuestro hotel. En la iglesia de Sant Jaume (Santiago) nos pasó algo curioso. La puerta estaba abierta y entramos. El Castillet no abría hasta las 10:30, así que podíamos quedarnos un rato, y nos evitábamos pasear bajo el intenso sol y calor. En la iglesia Yolanda y yo nos sentamos en una de las sillas. Sonia continuó mirando los retablos y las pequeñas capillas. Un hombre rezaba junto a una pareja. Llevaba en las manos las llaves de la iglesia. Por lo que averiguamos después se encargaba del cuidado de ciertos aspectos de la iglesia y de la integración de los emigrantes en la ciudad. Se acercó a nosotras. Le pregunté si iba a cerrar y nos dijo que nos daba unos minutos más. Enseguida se puso a hablar con nosotras en español (había dado clases en Madrid). Estuvo muy simpático e incluso nos hizo de guía por la iglesia. Nos enseñó un retablo del siglo XIV con una figura central de la virgen embarazada. Nos explicó que el 24 de diciembre cambiaban la figura embarazada por otra con el niño (no sé si lo continuaban haciendo). Nos hizo gracia que nos preguntara que hacíamos allí que no estábamos en Madrid, con las juventudes cristinas (entre Yolanda y yo tuvimos una sonrisa cómplice).
La Partida
El miércoles a las 12:25 salía nuestro tren con destino a Figueras, donde cogeríamos otro tren con destino a Barcelona Sans y de allí nuestros respectivos “cercanías”.
Buscamos la gasolinera que muy amablemente en recepción nos habían indicado donde estaba y llenamos el depósito. Una gasolinera “autoservicio”: pones la tarjeta de crédito en la máquina y después llenas el depósito. De allí nos fuimos a la estación, para devolver el coche y coger nuestro tren. Con las obras y los desvíos que éstas ocasionaban, tuve ciertos problemas para llegar, pero lo conseguimos, devolvimos el coche y conseguimos averiguar al final lo que en realidad nos había costado el coche.
El tren
El viaje de vuelta fue mucho más rápido de vuelta de lo que yo esperaba. La mayor parte del mismo viajamos con los asientos “al revés”, por lo que hicimos el viaje de vuelta de espaldas. Los compañeros de viaje eran un tanto curiosos: unas chicas mochileras que viajaban a Barcelona, una pareja gay con su perro que también viajaban a Barcelona, gente como nosotras que volvía de viaje…
A las 4 de la tarde ya estaba en mi piso. Dejé la maleta en el comedor a la espera de deshacer el equipaje y dejarla vacía para el próximo viaje.